Él tiene un aroma a cerrado,
a limpio,
como una habitación de hotel que aguarda la
llegada de una huésped.
que viaje con sus valijas llenas de tiempo,
de alegría y dolor.
No tiene puertas ni ventanas abiertas,
pero como las persianas no están bajas,
la luz entra y baña los pasillos con fulgor diurno,
y en un rincón,un hombre solo,
solo espera,
y aguarda
unos latidos diferente
que entre los espacios entre unos y otros
le recuerden
que todavía puede
que le quede algo por sentir.
Ruben Mangiagli