Cuando eramos niños, en la calle nos acercábamos a otros chicos, a veces desconocidos y bastaba una solo pregunta:
Jugamos?
De grandes vamos perdiendo esa capacidad, pero cuando por algún motivo recordamos eso, preguntamos a alguien de mil formas diferentes lo mismo;
jugamos?
Pero con una diferencia, de niños siempre queríamos saber a qué jugábamos, de grandes ya no.
Puede que ese sea el secreto del amor y las relaciones, cuando encontramos a alguien saber preguntar:
jugamos?
y hacerlo hasta que surja otro juego, otro compañero o el mismo, o hasta aburrirnos, no sé, a veces el amor es mucho más simple que lo que pensamos. Por cierto:
Jugamos?.
Y si nos jugamos?
RM