Amé mis poemas,
cada palabra que imitaba mi amorque acarician su cuerpo,
escribí tantos que
se quedaron en ella sin saberlo
como el aire del viento.
No sé si la ame´
mucho, más que a nadie antes
o menos, no lo sé.
Pero todo queda,
nada cambia, no se permuta el
amor en un adiós.
Las caricias no se borran,
perduran en la piel como la lluvia
que se seca después.
Una sensación de unión
impura de sensaciones inútiles
que se resbalan
de mis manos en
un complejo presente sin ella y
una ayer sin hoy.
Amé mis poemas
y la quise a ella en cada estrofa
que quedó deshecha.
en un borrador
inconcluso donde la esperanza
jamás espera.
Ruben Mangiagli