Tengo en mi rostro las huellas
del paso del tiempo,
surcos que franquean mi mirada
alegrías, penas,
años, décadas.
Mis manos marcan los huesos
de las letras,
palabras que cuentan mi historia
a veces ciertas,
otras imaginarios
de momentos que no fueron y
sin embargo
están, existieron.
Hay cosas no se ven, que en
algún lugar están dentro,
pegadas a mis costillas, al lado
de mi corazón
en mi respiración,
amores que no fueron,
caricias no voy olvidar,
la pasión por un cuerpo.
Es verdad que he vivido, no es
necesario hacer
un confesionario de virtudes y
desaciertos,
pero hay algo que no cambió en
los calendarios
y es la sonrisa que no se escapa
de mis facciones cuando
la veo,
y este intangible sentimiento de
saber me quiere
y la quiero
a pesar de todos, contra todo y el
tiempo
se detiene porque la noche que la
conocí,
una revelación recorrió mi cuerpo,
que es verdad
el amor es eterno y los instantes se
detienen todos en un
solo beso.
Ruben Mangiagli
©2016
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La confesión del tiempo.
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