Entonces me di cuenta de algo que intuía desde hacía tiempo pero no había sido capaz de nombrar: que yo había nacido para ser su representante en el mundo y llevar ese mundo a casa, ya fuera estudiando y trabajando los primeros años de pareja o enfrentándome a un grupo de pibes si la molestaban . Lo haría todo por ella. Incluso cocinar los días tenía francés, ingles o italiano.
Aquel era nuestro acuerdo tácito particular, la forma en que este muchacho servía a su mujer, una chica tenía su familia lejos, que vivía sola hasta que se juntaron. A cambio ella lo hizo hombre.
Todo era vértigo con 19 años y ella 23.
Pero los cuentos de amor a esa edad, son solo historias que recordamos muchos años después una tarde de Mayo como hoy.
RM
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Por amor a Susana.
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