La perturbación de la ausencia.


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No es la ligereza ni la brevedad
del cielo en invierno

lo que me perturba,

tampoco una luna menguante
como las letras

que se quedan en mis dedos,

ni siquiera un dolor propio
cercano o
ajeno,

es diferente, algo mucho más
imperceptible

que los segundos en el tiempo

tenues y austeros,

un latido impar por la izquierda
de mi lado derecho,

un suspiro atragantado como si
tuviera huesos,

el botón que le falta a una camisa,

las hojas arrancadas de
un cuento,

una puntada en un corazón que se
escapó de mi pecho,

es solo por tu ausencia que todo lo
cubre,

tan aplastante como el amor que
todavía siento.

Ruben Mangiagli

©2017

Otoño en tu vereda..


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Se acerca tu otoño, inexorable y
tímido,

las hojas empiezan a caer como
recuerdos

que se perderán con el viento en
el tiempo,

la hojarasca cubrirá por momentos
las huellas

de los pasos nunca fueron, esos
que esperabas

y jamás llegaron,

los mismos que detuviste un día
cuando

me dijiste adiós sin ni siquiera un
movimiento de labios,

pero aún miras la vereda por si tu
deseo,

ese que no dices y ocultas en lo
más

profundo de tus anhelos,

se cumple como el más temido de
tus sueños.


Ruben Mangiagli
©2017






El tiempo, un deseo, cumplir años


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No pasan los días,
los meses,
los años,
tampoco son las estaciones,
ni los eclipses.
la luna y los gatos,
son los paisajes, las ciudades,
las sonrisas y
las sombras,
las letras se escriben y todas
las que se quedan
en ningún lado.
sin tinta, sin sueños ganados,
extraviadas en los dedos
de la mano,
el tiempo ese concepto tan
extraño de relojes y
calendarios,
tal vez sea regido por las
personas queremos
a nuestro lado,
y por una que perdimos un
día que ya no está,
que añoramos,
y al soplar unas velas al final,
solo ella es todos los deseos
que pedimos y
esperamos.

Ruben Mangiagli.

178.


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Nunca hay que dejar entrar a nadie, ni un solo día, a menos que esté uno dispuesto a que se quede para siempre.

Reir.


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Una de las emociones que más me gusta es la reírme en compañía, cuando uno ha encontrado con quién y en ese instante ha decidido convertirse en incondicional de esa persona.


177.


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Cuando te desembarazas de todo o de todos por lo que tienes miedo por fin, solo queda la persona que más temes: vos mismo.

176.


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Había olvidado una lección importante: no mirar nunca demasiado lejos porque lo que pueda ver quizá solo sea un espejismo.

175.


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Nos encerramos en nuestra propia prisión.Los muros son el orgullo y el miedo nuestros barrotes. La fuga es imposible .Nuestra cárcel no solo nos mantiene encerrados, sino tambíén fuera de cualquier otra persona..

174.


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Las deudas del amor no se olvidan ni caducan, tarde o temprano se pagan irremediablemente para bien o para mal.


Mirar.


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Mirar con los ojos cerrados, con el reloj detenido en un costado, el cielo, la tierra , los ángulos. Hacer el amor como la primera vez he amado, un beso robado, las manos jóvenes de un anciano, la última poesía para sentir que he escrito algo, la biblioteca llena de libros, mis hijos abrazándome, los pies descalzos, un trozo de un día y toda la noche para sentir estoy vivo respirando despacio.

173.


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¿Alguien se daría cuenta si, en la calle a plena luz del día, un transeúnte no produjera sombra?
Lo mismo pasa con los recuerdos, nadie ve los que llevamos,
son fantasmas que caminan con nosotros.

172.


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No debería escribir con un vaso de whisky casi vacío y completo de recuerdos.

En la ventana del invierno.


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Sientes tus pies descalzos en el suelo frío cuando te levantas de la cama y vas a la ventana.
Te sirves un café, ordenas lo que vas a hacer el resto del día.
Quisieras abrazar a tu hijo, pero duerme.
Deseas abrazar a tu hija, pero ya no vive con vos.
Anhelas abrazar a una mujer que ya no está en tu vida
Tienes casi 55 años. Afuera, el día es gris, casi blanco, no se ve el sol. Te preguntas ¿Cuántas mañanas te quedan?
Se ha cerrado una puerta. Otra se ha abierto.
Has entrado en el invierno de tu vida.

La noche en mí.


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He sentido la noche en mí,
en mis manos sin abrazos, en mi boca
seca de espantos,

sin estrellas, sin cielo, sin tierra,
tan cerrada que ni el
infierno se acercaba,

noche entre palabras,
en sangrías de sangre por educación,
en mayúsculas oscuras,

en cada oración, en los párrafos que
nacen para no morir
de dolor,

sí, la noche se hizo en mi
del color de mi ojos con el matiz de
mi vieja piel,

hasta lograr que nadie me vea, ser
invisible para todos
e inesperadamente

para vos también.

Ruben Mangiagli
©2017


171.


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Que se paren los relojes, que se que corte el teléfono,
que se callen los pianos.
Que las nubes escriban en el cielo por fin para que
yo lo pueda entender:
Ella ya no está, se ha ido.
Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
toda mi semana y mi día de descanso,
mi mediodía, mi medianoche, mis palabras, mi oración.
Pensé, y estaba equivocado, que nuestro amor duraría siempre.
Ya no quiero las estrellas. Que las apaguen.
Que empaquen la luna y desmantelen el sol.
Que sequen el océano y barran los bosques
porque ya nada de lo que venga habrá de ser mejor.


Solo eso.


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Solo te amé. Eso es lo que quería decir y a veces todavía te amo como solía hacerlo. Como cuando yo era especial en vez de una cruz que tienes que cargar en tu pasado. Igual que cuando las diferencias entre nosotros eran cosas buenas en vez de algo terrible. Yo te quiero de la forma en que solía ser, cuando me mirabas como si no pudieras creer que era tuyo. Como si vos fueras la más maravillosa criatura en el mundo. Al final somos como libros sin acabar que nunca sabremos el final. Bueno eso quería decir, no es mucho lo sé, pero lo tenias que saber.

170.


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Abrazarte, no como enamorados, sino como dos personas que necesitan sostenerse.

169.


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Escribo porque le retiro mi beneplácito a la realidad. Yo le niego mi colaboración. Yo me entrego a las tentaciones de los que aspiran a algo que está más allá de este mundo y me lanza con todo el corazón a la infinitud de lo irreal.

Qué bien!


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Qué bien se siente uno al darse por vencido. Dejar pasar los días y las noches y no ver ni oír, ni sentir el andar del mundo. Vivir en mi mundo, donde solo valen las reglas que yo impongo. No tratar de perseguir innumerables objetivos sino sólo tener uno, seguirlo firme y consecuentemente y darme cuenta que al final nadie me ha vencido, ni siquiera vos.


29/6.


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Este adiós no maquilla un "hasta luego",
este nunca no esconde un "ojalá",
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo
estas vísperas son las de después.
A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir,
este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti.