Este calor que agobia,
es un letargo que hasta alcanza al corazón,
pero igual lo intentamos,
si, eso que algunos llaman hacer el amor,
prendemos el aire
acondicionado para evitar un agotamiento
prematuro por pudor,
que erecta la cima de tus pechos como un
reflejo a mis caricias,
como si mas manos aprendieran tu cuerpo,
pero no,
lo apagamos
y resbalamos, patinamos en humedades
de sexo, como si fueran
miles de gotas al unisono de sudor y al
final encienden
la pasión para consumar un par de ratos
donde olvidamos
la vida, la muerte, el dolor y casi todo,
pero no,
ambos sabemos algo
que no decimos, un secreto vil de dos,
tú sabes que
no soy yo a quien deseas, ni tampoco lo
eres tú,para mí,
somos tan solo un consuelo de una
tarde de agosto
donde sentimos queremos a otros,
pero no,
la noche llega
y simulamos en besos sentir eso
que algunos
tienen la suerte de llamarlo “amor”.
Ruben Mangiagli
El agobio del calor.
.
Un vago recuerdo.
.
Somos algo que casi no entendemos,
como un vago conocimiento,
una memoria temporal,
rígida, estática,
como fotografías que no se pueden retocar,
somos de nuevo extraños,
pero está vez con recuerdos
que ya no podemos olvidar.
Ruben Mangiagli.
Besos perdidos.
.
No beses la luna,
puedes intentar besarme a mí,
no huyas
si lo que no quieres es correr,
no niegues
lo que tu corazón quiere sentir,
recuerda
que al final solo vivimos una vez.
La vida
se nos va y jamas, jamas vuelve.
Ruben Mangiagli
Breve biografía.
.
Y por eso estoy aquí ahora. En mi nueva vida, frente al ordenador. Contando una historia que ahora me parece de lo más trivial. Las coincidencias, los cruces de camino, no son tan extraños. A todos nos pasan. Todos hemos tenido experiencias poco comunes, nos hemos sentido frustrados, o hemos tenido amores imposibles.
Amé y me amaron, una historia tan universal como particular.
La metáfora de mi corazón.
.
Él tiene un aroma a cerrado,
a limpio,
como una habitación de hotel que aguarda la
llegada de una huésped.
que viaje con sus valijas llenas de tiempo,
de alegría y dolor.
No tiene puertas ni ventanas abiertas,
pero como las persianas no están bajas,
la luz entra y baña los pasillos con fulgor diurno,
y en un rincón,un hombre solo,
solo espera,
y aguarda
unos latidos diferente
que entre los espacios entre unos y otros
le recuerden
que todavía puede
que le quede algo por sentir.
Ruben Mangiagli
Puntos.
.
Medidas.
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Mi corazón aún recuerda sus medidas,
más que mi memoria y aún más que mi tacto,
sus piernas eran tan largas como
veintidos besos míos con tres suspiros de intervalos,
su cintura era exacta a mi abrazo,
los pechos del tamaño de mis manos,
y su boca el vertice de mis labios.
RM
Entremedio.
.
Como la metáfora de un ángel
muerto sin su primer vuelo,
el amor desaparece en un momento,
sin fecha, sin recuerdo, sin aniversario,
ni siquiera un duelo,
se hace silencio de cicatrices
invisibles que duelen
un día cualquiera
de otoño en medio del invierno.
RM
Huesos.
.
Deberíamos desenterrar los fósiles del amor, volver a armar los huesos, ponerle un nombre raro, en latín.
tipo
Amorus primitivus,
exponerlos en un museo, e ir a visitarlo y recordar que alguna vez amamos de verdad.
RM
Buenas noches,
.
que tus sueños se cumplen,
que el deseo de tu cumple se hizo realidad,
que ya perdiste todo y te toca ganar,
que te quiere quien quieras más,
y que ser feliz no es tan dificil
si te atreves a intentar.
Sí.
.
Si dirías que sí …
sin preguntar,
aunque puedas dudar,
con un gesto,
una caricia,
tácitamente frente a una taza de café,
en una mirada
que no vea más allá,
sin trenes que dejamos pasar,
con la cartera vacía
llena de amor para gastar,
mirando el reloj
sin importar la hora se escapó
ni las estaciones
no volverán
si dirías que sí...
se terminaría el final del principio
que no nos atrevimos
a intentar.
Ruben Mangiagli.
Anónimos.
.
entre medio de cada tristeza,
la de ella compleja,
la mía certera.
Naufragos en medio de la tierra,
como ciegos
con caricias a tientas,
sabiendo de memoria
que la necesidad entiende
de miserias,
nos llenamos de besos
que debíamos y otros
tantos que sabíamos ya
nunca a quienes
esperamos nos darían.
No nos dijimos los nombres,
no valía la pena
escucharlos de otros
labios
para no engañarnos mientras
las copas con vino
se vaciaban y se llenaban
de nuevo
de una soledad compartida
cuando ya casi amanecía por
las calles
de una Barcelona que
seguía dormida.
Ruben Mangiagli.
235.
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Ella me tocó la mano con el dedo, breve y suavemente, como para asegurarse de que era real, de que, en caso de necesidad, ahí estaba mi mano a la que asirse y sostenerse.
Destiempo.
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Todo llega dicen, y es verdad, el problema no es si llega sino cuando llega. A veces las cosas llegan cuando ya es tarde. Otras veces lo que esperas llega antes, cuando no estás listo. Todo tiene su momento, antes o después de ese momento nada prospera.
El destiempo son dos calles que nunca se cruzan. El destiempo es llegar cuando la fiesta terminó. El destiempo no es solo que algo te llegue tarde, es también llegar tarde a eso. Es no tocar a tiempo la nota justa. El destiempo es perder el tren. El destiempo es un perdón que llega tarde. El destiempo es como una fruta verde, amarga.
Cinco segundos antes puede ser el momento ideal, cinco segundos después el peor momento. El destiempo es un desencuentro. Es sabiduría que llega cuando ya no la necesitas. El destiempo es una tarde fría en verano. Es lo opuesto al lugar y la hora indicada. El destiempo es una discusión de uno solo.
La metáfora del amor.
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La cuna se mece sobre el abismo y el sentido común nos dice que el amor solo es un atisbo de luz entre dos eternidades en tinieblas.
234.
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Tal vez la memoria sea cómo la música, una serie de notas y sonidos que se unen en recuerdos. Una canción, una sinfonía, una ópera, que dura toda nuestra vida y cuyas letras y música solo puede ser interpretada por el corazón de cada uno.