Ella me tocó la mano con el dedo, breve y suavemente, como para asegurarse de que era real, de que, en caso de necesidad, ahí estaba mi mano a la que asirse y sostenerse.
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Ella me tocó la mano con el dedo, breve y suavemente, como para asegurarse de que era real, de que, en caso de necesidad, ahí estaba mi mano a la que asirse y sostenerse.
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