No me digas que no.


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No me digas que no puedo amarte como lo hago,

por más que mis huesos estén cansados, y mis

manos escriban versos gastados, que fueron y

vinieron de amores pasados, pero donde cada

palabra es nueva en su significado, como lo es

cada día que pasa desde que te tengo a mi lado.



Cree en el aire que hay en mí, entre mis costillas,

coraza que me protege de todos y de todo, pero

que no lo hace de mi mismo, y mis peligros son

tantos que a veces te dañan en los espacios donde

me cierro a calicanto, por ese miedo a perder la

paz que tardó en llegar a mí a lo largo de los años.



Permíteme ser yo mismo, sin pretender cambios

porque así tendrás lo mejor, lo inédito y todo lo

que he aprendido en pretéritos pasados, el sol es

sol aunque no podamos mirarlo y la luna siempre

estará aunque no la veamos en los días diáfanos,

soy luz y sombra, arte y desgano, rezo y pecado.



Y aunque te hablen de prontuarios y condenas de

mis amores de antaño, dame el crédito que tengo

y que me he ganado, cuando te contuve y cuide

en tus peores noches de apremios, y te ofrecí mis

manos sin pedirte nada a cambio, porque sabes

que soy sincero cuando resumo todo en un abrazo.


Ruben Mangiagli


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