Es difícil hacer el camino, sea de barro o sea de vidrios,
caminar descalzo sobre cristales invisibles que cortan
como el filo de papel, que no deja cicatriz alguna, pero
duele, desangra y finalmente te detiene.
Determinar el norte, sin ya ver la estrellas, sin que la
luna sea luna, esperar que aparezca en un cielo de
nubes de tinieblas y que te llueva con gusto a sal de
laguna muerta, estéril y yerma.
Ser un errante sin rumbo en busca de la señal que no
es buena, negación plausible para que la verdad duela
en la mínima expresión del desconcierto de las ideas,
melancolia perdida en forma de letras.
Perderme en mi mismo sin haberte encontrado, y en
la noche pensar que no fue en vano, que las culpas no
son de nadie, sabiendo son de ambos, luz y sombra
en una pared ciega de espanto.
Ruben Mangiagli.
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Perdido.
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