No importa que sea una tarde o una mañana
o si se presentan en una noche larga, que no
conoce el alba y se hace infinita en puntos y
comas en algunas cosas que escribo.
No conocen de horarios y me toman de rehén
sin rescate ni suicidios, agarran pensamientos
que no parecen míos, y disfrutan en lo vago
en que se tornan mis delirios.
A veces son genéricos, sin motivos afectan
mis ideas por el mundo que me rodea y que
sabe a podrido, que roba sonrisas a un niño,
sin culpas ni hastíos.
Pero los jodidos son los que se meten sin
piedad conmigo, que se hacen duda y mas
dudas, donde un por que no tiene respuesta,
y yo sin piedad me crucifico.
Se refugian y justifican en mis deseos, en lo
que quiero y no tengo, se hacen carne en mi
cuerpo, y como poseído sin exorcismo me
quedo solo y vació.
Si algún día pudiera vencerlos, o al menos
dejarlos dormidos, en ese momento en que
mi alma tendría alas de ángel caído, quizá
y solo quizá seria yo mismo.
Ruben Mangiagli.
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Mis demonios.
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