Abismo.


.

Camino por la cornisa de mi propio precipicio,
jugando a que todo lo puedo, inconsciente del

peligro de caer en mi mismo, espiral que vive
en mi cuerpo, que retuerce los no destinos.

Aprendo que al final nada he aprendido, que
todo lo que sabia y que había vivido, estaba
prendido de cabos finos, como marioneta de
muecas que se mueve sin hilos.

Es verdad que debería cuidarme un poco más
y seguir el vértigo pasivo de la suerte que un
día pisó mi espalda, y se quedo mía para mi
mal de mis días perdidos.

Pero no puedo parar ahora, ni desandar cada
camino, ni negar lo que hecho ni he sido, un
hombre que cree cuando sus manos escriben
que esta muerto y sigue vivo.


Ruben Mangiagli



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