Sin un adiós.


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Y así, sin darme casi cuenta cuando subí a ese avión hace tantos años, las veredas y los tilos, los recuerdos, los amigos, la lluvia, la humedad y la vida que había sido mía se contrajo, Buenos Aires desapareció dentro de mí mismo en busca de un refugio y yo le dejé mi última sombra, la ciudad siguió igual y nadie vio lo que había ocurrido.


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