Quizá llega un momento en que todo se resquebraja y luego, poco a poco, se rompe y suceden cosas extrañas como la lluvia dentro de mi habitación o la aparición de un objeto que creía perdido y que retorna pero diferente.
Y, al final, también vos te convertiste en algo distinto, aunque de algún modo más exacto.
Ya no sos el pensamiento constante que duele, sino un hecho inesperado que me sorprende y libera, el de saber que una vez en la vida fui inmensamente feliz.
Cuando llueve en mi habitación.
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Al final.
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Al final es como si todos vamos en aviones , la vida es riesgo y caídas, nos da miedo cambiar o saltar del avión, preferimos pensar que podemos escapar a intentar algo porque si fallamos puede que no nos quede nada , así que desechamos una posibilidad real para poder aferrarnos a una esperanza, lo malo es que casi siempre la esperanza esa es una mariconada para evitar enfrentar el momento en que estamos.
Nudos y almas.
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No desates el nudo que me une a tu alma, ni borres las letras en la memoria de mis poemas, porque si quitas todas las huellas mis manos huérfanas se quedarán estancadas en tu nombre y no puedo escribir si me sueltas.
194.
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El tiempo. Ese es el verdadero demonio: nos atiza con el látigo para que sigamos moviéndonos cuando nos gustaría no hacer nada. Disfrutamos de una ilusión de continuidad que llamamos memoria, lo que quizás explique por qué nuestro peor miedo no es el fin de la vida, sino el fin de los recuerdos.
Donde?
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Donde están los instantes de cada
día que me faltan?
Puede que en el vuelo de tu falda,
en los versos que se pierden
entre tantos desvelos
que acompañan mis
madrugadas,
quizá, si todavía me piensas puede
se marchen con vos
y alguno se haga una palabra
en un suspiro se escape
de tu alma,
o solo se conviertan en vacíos solos,
esos que no se llenan con
nada,
Donde están los instantes de cada
día que me faltan?
Por favor, si lo sabes, dímelo,
porque no entiendo si no están
cómo
las mañanas son eternas y mis noches
aún mas largas.
Ruben Mangiagli
©2017
Mediterráneo.
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Visiones.
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La esquina de la memoria
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Los restos válidos de nuestra memoria se van componiendo de recuerdos que delicadamente vamos seleccionado hasta depositarlos en esquinas que llevan nombres propios, en calles invisibles ladeadas de paisajes que conocimos, algunos con formas de rostros y cuerpos, otras de ríos, mares, montañas y ciudades o quizá algo tan simples como un sonrisa nos regalaron alguna vez y quedan grabados en fotografías intangibles hasta quedarse en la memoria; allí tampoco permanecen inmutables, continúan transformándose junto con los sentimientos que los acompañan, hasta que un día ya no es fácil distinguir la cuota de verdad que hay en ellos.
Poema en la noche de mi corazón.
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Que la poesía no me traicione,
que no me descubra hasta dejarme
desnuda el alma,
la boca sin besos, mis manos sin palabras.
Que pueda escribir lo que siento,
de lo que tengo y carezco,
con todo lo que he perdido
en cada verso,
de vos sin miedos, sin recuerdos,
con el corazón lleno de tinta
que manche mis dedos,
de girasoles y gatos,
de tus pasos que corren por mi abrazo,
que todos los besos que te
debo se hagan párrafos que puedan
leer tus labios,
y si llega el día que deje de escribir que
sea porque te hiciste
poesía
en la mirada de tus ojos diciéndome:
nunca dejé amarte,
todavía te sigo esperando.
Ruben Mangiagli.
©2017
Con tan poco.
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Así,
en algunas palabras,
con pocas estrofas,
yo
todavía siento que
entre tu boca y la mía,
con
todo en contra, sin un
pronóstico cierto que
aun
es posible lo nuestro.
Ruben Mangiagli
©2017
Las similitudes del revés.
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Se cerraran los acantilados,
el mar será un lago,
el sol saldrá del revés
al atardecer,
la luna ya no será lo que es,
el refugio de los
que aun están enamorados,
la lluvia abrirá nuevos
caminos,
y la sal ya no habitará
lagrimas para
olvidar,
y aun así mi corazón latera
tu nombre,
amarte para siempre quizá
sea esto,
un segundo en la eternidad,
mil cambios que vendrán,
una espera del nunca jamas,
un día cualquiera más otro
más
pintado con mucho tiempo,
barnizado con mi
soledad.
Ruben Mangiagli
©2017
Cuando te mires.
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Recuerda que no quieres recordarme
cuando pienses en mí,
en el momento cierres los ojos y no
tengas otros sueños y
la realidad sean esos besos que son
dados por tus labios
a otra boca, ni mi aliento podrás en
mil años rememorar,
y cuando te mires al espejo, eso si
fíjate lo que ves,
una mujer que aun me ama, aunque
no vuelva a decirlo jamás.
Ruben Mangiagli
©2017
Aún creo.
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hay hadas,
no me atrevo a pronunciar,
jamás puedes olvidar,
amanecer inédito,
hasta que mis manos la
puedan tocar,
que algún día en esta vida,
cuando desespere de tanto esperar,
Alma.
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Me pregunto donde habita el alma,
la mía, la tuya, la de un
mundo
que a pesar de todo perdura,
si solo es algo imaginamos para
pensar que todo lo que
tocamos
no es vano,
si mis manos a veces la hace
tangible cuando
escribo,
en un caricia inocente o en la
que despierta mis sentidos,
si mi mirada la refleja como esas
veces intuí verla
en tus ojos
en una sonrisa, con tus lagrimas,
en el silencio que hoy cubren tus
palabras,
si hay un cielo que la espera
o un infierno para quemarla,
o si tiene algún valor y puedo
venderla
a cambio de ver solo un instante
más tu mirada.
Ruben Mangiagli
©2107
Aire.
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Ella deslizaba sus dedos sobre las teclas del piano como buscando una nota entre el Fa y el Sol, una que le pueda cantar con su voz.
Él mientras escribía un poema con tinta de besos sobre su espalda,
con palabras que pudieran separar el tiempo del dolor, juntar la distancia con el amor.
Y en un solo instante que solo ellos recordaran, sus almas sin manos se abrazaron para no volver a separarse jamás, y todo el aire fue de los dos porque no necesitan nada más que un suspiro para volver a soñar.
RM
La caída de los lados.
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Y caí
despacio, lento, rápido,
un instante,
un minuto, días, años,
la eternidad,
efímera pasó de largo.
Mi mano derecha casi
tocó un lado,
miré de
cerca el desamor, la
venganza,
el odio y el engaño,
Mi mano izquierda, esa
no uso,
que no sabe
escribir ni de caricias y
de tactos
que siempre olvidamos,
desesperada
sostuvo al amor, la vida,
la esperanza aun
de las letras sangrando,
y el sinfín
del final acabó cuando
comprendí
que todos tenemos esa
opción de
elegir donde aferrarnos.
Ruben Mangiagli
©2017