El momento detuvo el tiempo, y el tiempo se sometió a
todos nuestros desvelos,
desapareció la gente, los sonidos, las luces que quisieron
acompañar los silencios.
Todo se justificó, y las razones encontraron sus sentidos,
las estaciones el sol y la luna
se instaron en tu cintura y fueron parte del vestido que
marcaba tu cuerpo de ensueños.
Tu sonrisa por magia inexplicable subió a tus ojos, y los
míos se quedaron fijos
en lo tanto esperado, y los brazos fueron el abrazo, que
simuló los besos adeudados,
y sumamos en tantos restos, los naufragios de las almas
se quedaron en la isla que se
fue formando a nuestro lado, quedamos solos, el mundo
fue nuestro, se esfumaron
los espacios, las distancias, la promesa, esa promesa que
parecía salida de cuentos,
se hizo carne en las auras que se buscaron hasta ser solo
una, para por fin decirnos
aturdidos al oído: hola cielo, siempre te estube esperando.
Ruben Mangiagli.
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Te estaba esperando.
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