Siento en mi un recorrido
que se hace espina
en mi espalda,
que abre las costillas de
una coraza invisible
que me abrazaba
y respiraba y no respiraba.
Es como un fuego que no
quema,
una hoguera que invernaba
y se me escapaba por
las manos,
una soledad acompañado
que de a poco se fuga hacia
lo inesperado
y se hace amor
instantáneo,
algo tan súbito como un
rayo que me parte
en dos pedazos, todo a lo
que estaba acostumbrado
ahora es extraño,
es que no conocía el amor,
y no sabía identificarlo,
es verdad que mi cuerpo lo
ha simulado,
que he inventado caricias de
un amor profano.
Pero ahora puedo mirarlo en
sus ojos, en los míos,
describirlo, estimularlo
y la espina se hace carne y la
carne un deseo
que es tan profundo que caigo
en un abismo
que necesito sentir,
que desespero en un tiempo
donde sin ella
de nuevo me cierro.
Ruben Mangiagli
© 2013
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