Ella hace magia, podría decir su
nombre, invocarla,
pero prefiero llamarla la maga,
no le importa la distancia,
sabe amarme con palabras que
calman mi alma,
salta el abismo de mis letras y
me espera,
mientras con sus dedos juega
tejiendo
el tiempo sin importarle que las
agujas den vueltas
en las esferas,
Me es fiel a mis ideas,
no le importa las huellas de otras
caricias en mi cuerpo
ni en el de ella,
no pide promesas,
ni sueña mas allá de mis poemas
no teme lo oscuro de mi soledad,
aunque no la entienda,
solo una condición surge
de las necesidades de los ángulos
de su mirada de mujer buena,
si nos cruzamos en esta vida o en
otra, de la forma
que fuera,
que no aparte mis ojos de los suyos
ni suelte la fragilidad
de sus manos
y después que surja el deseo en las
formas que sean.