Quietud.


.


Dejé las manos quietas
antes de escribir, como si las
palabras

podrían escapar de mis
dedos, al menos por una vez,
solo una,

sin tener que pensar y
poder descansar este abecedario
sin fin

que forma frases que
que no tienen final, como si
alguna se

olvidó de recordar que
ya no las leerás porque nada
vuelve a su

lugar, aunque esperen
en una hoja de papel en blanco
con una

mancha de café frío
de una taza vacía completa de
soledad.

Ruben Mangiagli
©2015


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