Inclino mi cuerpo,
me estiro
miro hacia mi vértigo
de un descenso
que dura
unos segundos
de siglos
que no fueron
y trato de no ver
lo que pasó.
Desciendo, desciendo
hacia la flor.
Y cuando allí estoy la
arranco
y la tomo en
mis manos como esperanza.
Un poco de belleza,
otro motivo sin ninguna razón.
Luego viene el ascenso.
¿Quién se merece la flor?
¿La necesitas tú o yo?
y me pregunto,
¿Quien de los dos tuvo
menos amor?
Ruben Mangiagli
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Una flor.
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