Tus medidas.


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Sé las medidas exactas de tu cuerpo,

y no usé fórmulas ni tablas.

Tu altura perfecta para que yo

solo deba inclinar mi cara para

encontrar los besos que me calman,

tu boca, copia y se amolda a mis

labios, para que cuando me besas,

yo recuerde la visión de las estrellas.

Tus pechos se adaptan a mis palmas,

continentes de deseo, preludio de

placeres por donde tu piel baja, y

llega al centro de tu gravedad, esa

parte femenina que mi masculinidad

disfruta y reclama.

Y tus piernas, ahí la tarea es ardua,

tanta belleza y perfección es muy

difícil de mesurar, así que prefiero

recorrerlas sin prisa, para llegar a

tus pies, que calcan mis pasos y

me siguen como compañera de

viaje por esta vida, como amiga,

mujer, amante, que me contiene

con su mirada y se funde en mi alma.





Ruben Mangiagli

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