Extraño día.


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Me siento desnudo, en pleno verano

el frió se adueño del aire y el calor.

No me queda piel para gastar, ni un

cuerpo que maltratar, frente a mi y

solos los dos, mi destino y yo.



Un minuto puede cambiar la vida,

y la vida puede cambiar en un minuto,

si lo que pasó iba a pasar y estaba escrito

si eso es el destino, me revelo, y no

lo quiero, y aun mudo grito.



Si todo lo que siento nada pudo

cambiar, sigo sintiendo, a pesar que

nada cambie, yo sé que cada instante

cambia en mi, y me sirve para seguir

peleando entre los miedos.



No puedo caminar con mi alma entre

los vivos, y no quiero ser un cuerpo

entre los muertos, eclipso los pájaros

de mal agüero, me visto con lo puedo

y sigo aun maltrecho y herido.



La moneda cayó de canto, mejor,

porque no he elegido ni cara ni cruz,

cuando la suerte pateo mi espalda yo

le ofrecí mi pecho, y la muy cobarde

huyo de a pie y espantada.



Y si esta pintado de negro, lo cambio

a blanco, y en el lienzo estirado pongo

el color de tus ojos, que al fin y al

cabo, en este día tan raro, es lo que

me saca adelante para seguir andando.


Ruben Mangiagli








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