Sentí tus palabras como un
nuevo despertar,
una voz que podría
asegurar que no merecía
escuchar,
perplejo de mi virilidad las
respuestas encontraron
las preguntas que
jamas me atreví a
pronunciar,
fue un dolor extraño, como
nacer de nuevo y
volver a respirar,
que la carne encuentre su
exacto lugar junto
a mis huesos y aprender
a caminar
y darme cuenta que había
vivido un sexo santo
sin ninguna virginidad, mis
manos adormecidas
de tanto amar
sin amar, fueron tacto que
que volvieron a aprender
a tocar, y mi miembro
como nunca se
inundo
de sangre como homenaje
a tu femineidad que
era letra,
mirada,
caricia,
el placer del dolor que
sabe gozar,
y los susurros se mezclaron
con besos y silencios
presagiando
la muerte de los cuerpos,
indefensos, cubiertos
de aromas y esencias
en un duelo
de segundos
que contenía el secreto de
la eternidad.
Ruben Mangiagli
© 2013
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Femineidad.
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