Memorias 1


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No decía ni una palabra, parecía estar inmóvil, insensible a mis golpes, yo simplemente distinguía en ella un movimiento convulsivo de sus dos nalgas, que se estrechan y dejaban de estrecharse a cada instante, no era un juego, no era deseo, tampoco poder o sumisión, era la esencia de elegir una forma de amor que nos alejaba del dolor, del mundo, sin religión ni
Dios, inmaculados como amantes, gentiles y educados como personas. No había culpas, y fuera de la paredes donde escribíamos nuestro sexo nada se sabia, era un sórdido silencio de las almas , el advenimiento de lo que habíamos empezado sin tener idea por que ni donde llegaríamos.

RM

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