Se cuenta que los girasoles existieron siempre, desde el inicio de los tiempos,que hoy se ven no solo en los campos, también en las ciudades y los pueblos lejanos que jamas imaginamos.
Así que dicho esto les voy a narrar la historia que un día llego a mis manos, es de una girasol, nena, cuyos pétalos de pequeña eran muy cortos tanto que los girasoles varones jugaban con ella, pero las estaciones avanzan y los pétalos fueron después como cabellos rubios de esos que parecen cometas que se quedan entre el cielo y la tierra.
Las no girasoles son muy extrañas y algunas hasta se visten de harpías , tanto que si están cerca de una bella girasol intentan ignorarla, aunque sean hermanas semillas o parte de la familia, las otras flores que si son girasoles son orgullosas algunas, solo les importa crecer y que el Sol las mire, aunque no les preste atención y siga colgado tan alto que nadie puede tocarlo hasta que cada noche se oculta. Ahí las girasoles se aburren, no saben que hacer y se van, aunque nadie lo sepa se mueven y andan por quien sabe donde, luego cuando amanece hacen lo mismo, siguen altivas.
Entre tantas girasoles estaba la de nuestra historia, que había nacido en el mes de Junio, el frío en cierta manera la marcó, a veces se cierra tanto que siente a nadie le importa, pero claro no es así, se escondía entre los demás hasta que casi no podía ver al Sol , pero a veces recién apenas podía ver el ultimo rayo cuando todos los demás ya se iban a la ultima hora del atardecer, fue por eso aprendió a moverse en la noche, a descubrir que aun sin luz podía aprender a escribir y leer y así darle historias a sus sueños y otro tipo claridad la envolvía, una plateada que recorría el mismo camino del Sol, pero por las noches, la que asomaba más allá de la plaza cercana adonde vivía, ese reflejo le dijo, yo soy la Luna, algo misterioso para muchos dijo, tengo mil nombres, algunos sagrados, rijo las mareas del mar que tanto te gusta, el crecimiento de las plantas y hasta tu misma fertilidad. La girasol la escuchaba atentamente cada noche mientras seguía su semicírculo entre las estrellas, miles de charlas tuvieron y la Luna le contó historias de gatos, de amores lejanos separados por un océano, y que la tierra es redonda y por más caminen las personas en diferentes direcciones se vuelven a encontrar inexorablemente y agregó no siempre el Sol te da lo que necesitas de verdad, en algún lugar hay alguien que también me mira y te sabe esperar. Entonces comprendido que había otro la conocía de verdad y que la Luna los entendía, que quizá fuera una girasol para otros, pero solo para uno en todos los confines era una Giraluna y que nadie eso lo podría cambiar jamas,que hay lugar para que sucedan las cosas las veces necesarias hasta aprender que por más plantas malas existan que, hablen, mientan, envidien o separen en la Luna siempre hay lugar para el sueño de dos más.
Aun hoy la flor de este relato mira la luna donde los gatos forman siluetas de felicidad, sabe alguien la cuida, porque en el universo hay lugar para todo por más grande sea, que en el tiempo hay espacio para la noche y el día y que la distancia se puede terminar en un abrazo.
Todos somos diferentes y te hacen único cuando alguien te da el nombre adecuado y te quiere para toda la vida, la girasol hoy se llama Giraluna como ninguna otra flor que exista o existirá.
Así que dicho esto les voy a narrar la historia que un día llego a mis manos, es de una girasol, nena, cuyos pétalos de pequeña eran muy cortos tanto que los girasoles varones jugaban con ella, pero las estaciones avanzan y los pétalos fueron después como cabellos rubios de esos que parecen cometas que se quedan entre el cielo y la tierra.
Las no girasoles son muy extrañas y algunas hasta se visten de harpías , tanto que si están cerca de una bella girasol intentan ignorarla, aunque sean hermanas semillas o parte de la familia, las otras flores que si son girasoles son orgullosas algunas, solo les importa crecer y que el Sol las mire, aunque no les preste atención y siga colgado tan alto que nadie puede tocarlo hasta que cada noche se oculta. Ahí las girasoles se aburren, no saben que hacer y se van, aunque nadie lo sepa se mueven y andan por quien sabe donde, luego cuando amanece hacen lo mismo, siguen altivas.
Entre tantas girasoles estaba la de nuestra historia, que había nacido en el mes de Junio, el frío en cierta manera la marcó, a veces se cierra tanto que siente a nadie le importa, pero claro no es así, se escondía entre los demás hasta que casi no podía ver al Sol , pero a veces recién apenas podía ver el ultimo rayo cuando todos los demás ya se iban a la ultima hora del atardecer, fue por eso aprendió a moverse en la noche, a descubrir que aun sin luz podía aprender a escribir y leer y así darle historias a sus sueños y otro tipo claridad la envolvía, una plateada que recorría el mismo camino del Sol, pero por las noches, la que asomaba más allá de la plaza cercana adonde vivía, ese reflejo le dijo, yo soy la Luna, algo misterioso para muchos dijo, tengo mil nombres, algunos sagrados, rijo las mareas del mar que tanto te gusta, el crecimiento de las plantas y hasta tu misma fertilidad. La girasol la escuchaba atentamente cada noche mientras seguía su semicírculo entre las estrellas, miles de charlas tuvieron y la Luna le contó historias de gatos, de amores lejanos separados por un océano, y que la tierra es redonda y por más caminen las personas en diferentes direcciones se vuelven a encontrar inexorablemente y agregó no siempre el Sol te da lo que necesitas de verdad, en algún lugar hay alguien que también me mira y te sabe esperar. Entonces comprendido que había otro la conocía de verdad y que la Luna los entendía, que quizá fuera una girasol para otros, pero solo para uno en todos los confines era una Giraluna y que nadie eso lo podría cambiar jamas,que hay lugar para que sucedan las cosas las veces necesarias hasta aprender que por más plantas malas existan que, hablen, mientan, envidien o separen en la Luna siempre hay lugar para el sueño de dos más.
Aun hoy la flor de este relato mira la luna donde los gatos forman siluetas de felicidad, sabe alguien la cuida, porque en el universo hay lugar para todo por más grande sea, que en el tiempo hay espacio para la noche y el día y que la distancia se puede terminar en un abrazo.
Todos somos diferentes y te hacen único cuando alguien te da el nombre adecuado y te quiere para toda la vida, la girasol hoy se llama Giraluna como ninguna otra flor que exista o existirá.
Ruben Mangiagli
©2014
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