Tantos creían que solo escribía para nadie,
que mis escritos eran
como una escalera
de arboles
puestos en una calle cualquiera
donde los otoños
extrañaban primaveras,
que no había resguardos ni contraentregas,
y las letras eran tarjetas
sin ninguna dirección
ni presentación,
una carta vacía
que nunca llegaba
a borrador.
Otros envidiaban partes de las estrofas en
la desidia de ignorar el dolor
se colaba entre los
espacios
y se preguntaban si eso era el
amor, pero anticipaban
la respuesta
siempre con un no.
Pocos podían entenderme y aceptar que mi
tiempo no se había detenido
que solo eran círculos
sobre círculos
y que por más quisiera los tilos de
enero ya no estaban,
ni las plazas
tampoco las veredas rotas,
esas ,que caminaba
entre rayuelas
abandonadas.
Pero solo una mujer leía cada uno
de los
poemas que yo le escribía,
y entre no recuerdos
aun me quería
pero yo,
yo no la sabia.
Ruben Mangiagli
©2016
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La lectora.
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