Con creciente frecuencia me he preguntado, ¿qué hace la gente que no lee?
Siempre he pensado que mientras una persona lee, no puede estar haciendo algo peor. No digo que la lectura pacifique ni disuada a los individuos, pero reitero: inmersos en el acto mismo de leer, no pueden matar ni robar. La lectura es silenciosa, contemplativa, estéticamente agradable. El espectáculo de una persona leyendo, aunque sea el manual de instrucciones para descuartizar a un bambi, tiene en sí mismo una gracia contagiosa y el mundo por un rato es más amable.
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