Cuando nos miramos en los reflejos de los espejos o en otras visiones y no nos reconocemos en los ojos, es porque en ellos es donde anida ese miedo a dejarse de reconocer, a haber perdido algún eslabón de la propia existencia, el miedo es lo que une el yo de ahora con los de antes, un ansia de pesquisa que imprime al rostro la expresión más incondicional, esa necesidad de averiguar porque no podemos vernos sin sentir que algo perdimos y que por más intentemos, deseemos, ya no está, esa certeza que solo unos ojos pueden calmar nuestra mirada y el temor a no volverlos a encontrar jamás.
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de uno mismo
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