Ella es mi norte, mi pasado,
un futuro incierto,
sus manos el oeste y el este,
el deseo
de un abrazo continente.
El sur, un barrio, una anhelo
de veredas, tilos y sueños,
mi sonrisa del recuerdo,
una amiga perdida,
humor de una desdicha.
El camino de los espíritus
de los recuerdos,
un amor intangible,
el destino sin encuentros ni
argumentos.
Ruben Mangiagli
©2017
Archive for junio 2017
Diagrama cardinal ( poesía ilustrada)
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Premoniciones.
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La luna se tara, el café no produce borra, los pájaros premonitorios se esconden en los nidos, las bolas de cristal tienen estática y las lechuzas prefieren mirar para otro lado.
Los amantes buscan en vano señales sobre el futuro, pero los naipes de la tarotista se van al mazo y los artilugios del vidente se descomponen.
Ella se pregunta: ¿me engañará algún día? Nadie le responde.
Él quiere saber: ¿estaremos juntos alguna vez? El porvenir no contesta.
El amor viaja en una frecuencia distinta a la del presagio, el deseo es un ahora. Un ahora o nunca.
Cuando una tarotista y un vidente se enamoran, quedan anclados del presente.
Viven juntos pero no.
Tienen los hijos que tuvieron con otros.
Una tarde uno, la tarotista se cansa del amor y recupera las facultades.
Lo primero que ve en las cartas es al otro, en un naipe nuevo llorando mañana.
La asesina suicida.
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Vida.
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Por ahí a lo mejor a la vida sólo hay que acariciarla y decirle que está preciosa para que se deje follar si estoy en Valencia o coger si ando por Buenos Aires y pare de joderme.
Piezas.
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Todo había sido un problema de conexiones fallidas, de mala sincronización, de andar a ciegas. Siempre perdiendo la ocasión de encontrarnos por muy poco, siempre a unos centímetros de descubrirlo todo. A eso es a lo que se reduce nuestra historia, creo. A una serie de oportunidades perdidas. Teníamos todas las piezas desde el principio, pero ninguno supo encajarla.
Encogidos.
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MI reloj marcaba las siete y media y las agujas y yo nos encogimos al pensar en el tiempo que habíamos perdidos. Me levanté y eché a correr a medio galope en dirección a mi negocio, asombrado de haber recuperado mis fuerzas por haber estado escribiendo hasta tarde, pero maldiciéndose por las horas que había desperdiciado en ello. A veces no tengo consuelo. Haga lo que haga ahora, me parece que siempre llegaré demasiado tarde a todas partes. Podré correr cien años y seguiré llegando justo cuando las puertas se cierran, como tu corazón y tus manos para abrazarme.
Dependencia.
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Dependo de los silencios
y su complicidad,
esos no hacen daño
solo callar,
de los anónimos que me
leen por casualidad,
como un encuentro
secreto que no se espera,
de la distancia que no se
puede acortar,
aunque lo intente y a veces
todo se parezca a un puerto
no voy a llegar,
de las heridas que son lo
que serán cicatrices,
de ese mapa de recuerdos
no quiero olvidar,
también dependo de la
suerte, la fortuna y el azar,
de lo que con todas mis
fuerzas pueda lograr,
de mis manos que se hacen
letras,
de mis palabras que pueden
cumplir una promesa
y de la esperanza certera
que un día cualquiera
nos volveremos a encontrar.
Ruben Mangiagli
©2017
Tampoco lo sé.
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No sé que habrá pasado con las flores jamás
te regalé,
quizá hayan muerto sed
de esperar un momento que nunca fue.
Tampoco donde fueron los besos que te envié,
puede se hayan perdido entre
un día y el ayer.
Que pasó con el siempre ?
Tal vez solo se quedó en un adverbio
de una carta no te envíe.
Por qué sigo queriéndote tanto?
tampoco lo sé, la verdad es que entre tantos
olvidos jamás te olvidé.
Ruben Mangiagli
©2017
Inventario.
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Tengo un inventario de las cicatrices, en particular las de la cara, que veo cada mañana al mirarte al espejo del baño cuando me peino o me afeito. Rara vez pienso en ellas, pero cuando lo hago, entiendo que son marcas que deja la vida, que el surtido de líneas irregulares grabadas en la piel de mi rostro son letras del alfabeto secreto que narra la historia de quién soy, porque cada cicatriz es la huella de una herida curada, y cada herida es el resultado de una inesperada colisión con el mundo y por haber amado tanto.
Soy Argentino.
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Ser Argentino es pelearla, es salir adelante, es rebuscársela todos los días para llevar un plato de comida a nuestra casa. Es soñar con un futuro mejor. Es la incertidumbre, el no saber que nos deparará la semana, el mes, el año que viene. Es esperar la próxima crisis y verla como una oportunidad para superarnos. Es salir adelante. Es nunca estar conformes con lo que tenemos, y siempre pensar que afuera se está mejor.
Ser Argentino es creerse los mejores en todo, sabiendo de antemano, que no lo somos. Es tener la mejor carne, las mujeres más lindas. Es tener la sangre caliente, calentarse por todo. Es putear a toda hora y por cualquier razón, o acaso cuando un amigo se nos aparece de sorpresa no le decimos “Hijo de puta ¿qué haces acá?” Y le damos un abrazo fuerte.
Ser Argentino es sentir pasión por todo lo que hacemos. Pasión por el fútbol. Por nuestros colores, por nuestra bandera, por nuestra selección. Es alentar a nuestro equipo gane o pierda. Es seguir cantando mundial tras mundial que volveremos a ser campeones como en el 86. Es pararse y llevarse la mano al corazón con los primeros acordes de nuestro himno. Es llorar cuando lo escuchamos.
Ser Argentino es el tango, el folklore, es la milanesa napolitana, el alfajor, los pastelitos, la soda, las empanadas, son las torta fritas, el puchero, el guiso, el locro. Ser argentino es el bolígrafo, las huellas digitales, el bypass cardíaco, el bondi. Es Favaloro, Maradona, Messi, El Papa Francisco, Fontanarrosa, Charly Garcia, Fangio, es San Martin, Belgrano, Gardel, Borges, “La Negra” Sosa, , Piazzolla, Vilas, Cortázar, Porcel y Olmedo, es El “Che”, “Tato” Bores. Son Super Hijitus, Paturuzú, Mafalda, Anteojito, Clemente y Manuelita.
Ser Argentino es saber que cualquier excusa es buena para juntarte con amigos. Es compartir un mate con cualquiera, el Fernet con Coca, los asados, una picada con queso, salamín y mortadela, son los ñoquis de la abuela los 29, las guitarreadas. Y también es el truco, la rayuela, la payana, la taba, el sapo, la bolita, el ring raje.
Ser Argentino es no entender como el dulce de leche no es famoso en todo el mundo. Es darnos un abrazo, o un beso en la mejilla entre hombres sin dudar. Es hacer el ridículo sin que nos importe el qué dirán. Es tener sierras, cordilleras, desiertos, lagos, playas, glaciares, selva, cataratas en un mismo suelo. Es tener la ciudad más austral del mundo. Es la amistad. Es el “Si yo pude, vos también podes”. Es ser solidario. Es sentirse orgulloso de pertenecer a un lugar tan hermoso.
Porque cuando no estamos en nuestro país, no extrañamos a nuestros políticos, no extrañamos los piquetes o embotellamientos, la inseguridad, la viveza criolla, el precio del dólar o la devaluación del peso, el riesgo país, el pago de la deuda externa, no extrañamos luchar para llegar a fin de mes con nuestro sueldo o ver como suben los precios mes a mes.
Extrañamos nuestra tierra, nuestras costumbres, nuestros amigos, nuestra familia, lo que fuimos, somos y seremos, extrañamos nuestra historia en cada esquina, un amor de Villa Devoto, la lluvia, la humedad, nos extrañamos a nosotros mismos.
Jodidamente.
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De vez en cuando me suicido,
de formas diferentes,
en maneras de olvidos,
el daño siempre es el mismo,
un dolor extraño,
atemporal, aturdido,
con el corazón partido,
otras, huyo de mismo, sin
saber donde, perdiendo
los sentidos,
levito,
ayuno,
hasta sentir el cuerpo vacío y
que la piel respira una
suerte de alivio,
toco fondo pero no me ahogo,
bebo,
fumo hasta que el humo rodea
mis manos y hace un nudo
que no aprieta pero
ata mis muñecas,
cojo, follo, penetro, con rabia,
para no sentir que alguna
vez he querido mucho,
demasiado,
más de lo permitido,
para después aferrarme a la
vida, empezar de nuevo,
aunque sea el mismo
camino,
casi siempre es por ella, pocas
por mi mismo,
todo lo hago
por si alguna vez la cruzo de
nuevo y me pregunta
como estoy,
responderle,
bien, gracias, jodidamente vivo.
Ruben Mangiagli
©2017
Ahí dentro.
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desnuda de piel y de letras
en una
la tarde que se hace noche en
que todavía tiene restos de una
espera,
que le parece
un amor
libros, no se
sonrisa parecida
ausencia de caricias
negación certera,
sos ojos miran, buscan,
©2017
Ahí afuera.
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Hay afuera una noche que resplandece
la languidez de una luna,
sombras de un desamor y un amor que
recorre las veredas solas
sin respuestas,
con pasos que van y no vuelven como
si la ausencia
pudiera detenerse a mirar quien pasa
y tu hermosura siempre, para siempre
que no se escapa
de mis letras que no encuentran dolor
que las contenga,
prodigas de recuerdos en gris, en negros
arcos que se parecen
a tus cejas, y tus ojos que miran quien
sabe a quien,
puede que a todos, a nadie, pero seguro
no a mi.
La ventana que se agranda como si el
tiempo pudiera
caber en ella y escapar en esta simple
melancolía sin más.
Ya no veo a nadie, todos se han ido a
saber donde,
un suave viento de pianos arrastra las
hojas de un otoño que
se queda quieto, sin meses, sin años y
sin manos,
mientras mi anhelo ancla mi espalda a
un poema
que no sabe terminar, que muere solo
en mi espera.
Ruben Mangiagli
©2017
Darse cuenta.
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Cuando te das cuenta
que algo está mal,
que el corazón lo tienes del revés,
que el dolor sigue arrinconado y
no se va,
la sonrisa solo te sale por la mitad,
notas que no puedes respirar,
que te
olvidaste de algunos verbos,
que hay palabras no quieres pronunciar,
y tus manos se niegan a acariciar,
miras pero no ves,
sientes pero no estás,
solo te queda esperar que pase la noche
y que el nuevo día
no sea igual.
Ruben Mangiagli
©2017
Visiones.
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He visto los ángeles caer del cielo
sin tocar el suelo
queriendo llegar al infierno,
a los mejores escritores sucumbir
a la tentación del halago
como si la eternidad de sus
propias palabras no les alcanzara,
las calles con vagabundos ricos y
perdidos sin tener donde ir,
a los que no tenían que pedir perdón
hacerlo,
y los aborrecibles festejarlo
mientras los censores cortaban
párrafos para no ofender a
Dios,
caminar a los ignorantes como si el
desconocimiento del dolor tuviera
buen sabor,
y me he visto a mi mismo en un poema
de amor aborrecido sin razón.
A veces creo que he mirado todo lo que
hay a mi alrededor,
pero no, sigo buscando en los rincones de
las esquinas de la noche,
en libros aun no escritos, en el tiempo
que se consume con una
copa de licor,
a esa mujer que calme la locura de
de mi corazón
viejo, roto, partido en dos, con solo una
mirada de verde tierra que borre el
pasado que me atrapa
en esta melancolía de desconciertos de
cuerpos me abrazan sin amor.
Ruben Mangiagli
©2017
Tiempo.
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Las personas nos seguimos preguntando que es el tiempo, como si la combinación adecuada de palabras pudiera deslizar un cerrojo y dejar un epigrama perfecto.
“El tiempo es el paisaje de la experiencia” afirma Daniel Boorstin.
“El tiempo no sino el origen del recuerdo” dice Nabokov.
“El tiempo es lo que pasa cuando no pasa nada” afirma Dick Feymman.
“El tiempo es la manera que tiene la naturaleza para evitar que todo suceda a la vez” según Woody Allen.
Hedegger dice, “ No hay tiempo, Que es el tiempo?, tiempo es solo una palabra”
Segun el diccionario American Heritage of the English language:
El tiempo es un continuo no espacial en que los acontecimientos ocurren en una sucesión aparentemente irreversible desde el pasado a través del presente hasta el futuro.
Según la Enciclopedia Británica, “ es el término general para la experiencia de la duración de algo"
Y puede que todas las afirmaciones sean válidas, que tengan razón.
Pero para mí el tiempo simplemente es algo que transcurre alrededor de mi vida desde que ya no la tengo a ella.
Ruben Mangiagli
El señor de la noche.
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Nadie sabe el sabor de la sangre, ni del placer
de quitar la vida para poder vivir
y sobrevivir en
la renuncia a la luz, al sol,
a la vanidad de los espejos,
a olvidarse de rezar.
Las tinieblas tienen un precio,
la eternidad también
que se instala en
la insistencia del tiempo en la piel,
y ya no puedes amar a una mujer,
soy un monstruo eso lo sé,
reino en la noche, en los cementerios de papel
donde las estatuas te miran
pero no te ven,
en mil libros que nadie lee,
en el deseo de todos los que de mí quieren beber,
realmente quieres ser yo?
Porque si lo deseas, ya nunca podrás volver.
Ruben Mangiagli
Sintiéndome.
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La perversión de un amor que no puede ser,
un dolor de manos asimétrico
por escribir
que salta de dedo en dedo hasta llegar al
corazón,
una quinta estación entre el invierno y un
verano que jamás existió,
la estrofa de un poema que nadie aún
escribió,
un vaso vacío de licor, de dolor, de esperas,
con sueños en liquidación,
un polvo sin amor, caricias sin identidad
en una sola dirección,
como un abecedario sin letras,
un crucigrama al revés de palabras sin
sentidos de desamor
y mis ojos que solo te ven a vos,
así me siento, así estoy,
mitad en una parte y la otra sin saber donde
voy.
Ruben Mangiagli
©2017
Los olvidos del olvido.
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Hay momentos me olvido de como
escribir, de comer, de sentir,
del placer por el placer en sí,
de la hora que es, el día, el mes,
si esta estación de lluvia tiene en
algún momento sol, pero
siempre sale por las noches
y no lo veo, no lo siento.
si a mi vida después de vos le
quedan latidos,
aunque sean impares, de vestigios
de vigías estando tan dormido
y no tengo respuesta a la pregunta
de en que momento se apagaron
mis sentidos,
todo se me escapa y no hay
descanso ni pausas,
y me
olvido de todo menos de olvidarte.
Ruben Mangiagli
©2017
La mentira en la verdad.
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No hay manera,
no puedo encontrarte,
no tengo idea de cómo buscarte,
si empezar por tu adiós e intentar
caminar para atrás,
o por la primera noche y decirte
de nuevo hola, cómo estas?
Pero hay tantas paginas
por el medio que no supimos
acabar,
que nada puedo inventar,
no es verdad que las almas se
vuelven a encontrar,
que los besos no se dieron son
los más difíciles de
olvidar,
y también es mentira cuando
me miro al espejo y me
repito,
mil y una vez que no te quiero
y estoy cansado de
esperar,
la verdad es que te sigo queriendo
cómo nunca quise jamás,
no sé como encontrarte y esa
es la puta verdad.
Ruben Mangiagli
©2017
En las paginas de un libro.
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Puede que las violetas hayan
quedado en un libro,
quizá una entera o un pétalo
solitario como el olvido,
encerrado entre letras,
en paginas
que yo no he escrito,
fueron un instante tangible de
presencia de un amor,
una prueba de que existo,
puede que solo hayan quedado
en mi recuerdo,
como una noche de junio que
quedó marcada a fuego,
pero las llamas se apagaran en
un reflejo de espejos
viejos, que no están rotos pero
ya no los veo.
Ruben Mangiagli
©2017
208.
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Cada luna es distinta. Cada luna tiene su propia historia. Dichosos quienes pueden olvidar su mejor luna.
Mientras fumo.
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Nadie se queda mirándome más de unos segundos.
Puede que sea eso lo que nos pasa, nos falta tiempo para mirarnos. Hay demasiadas cosas inexplicables a nuestro alrededor: horrores, amenazas, misterios que atraen, y que luego inevitablemente desencantan. Y se regresa a lo previsible y a lo rutinario. El príncipe nunca va a llegar, todo el mundo lo sabe, y , además, quizá la Bella Durmiente esté muerta.
Una vez más.
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Deja que tu corazón llore,
que tus ojos sangren lagrimas,
y tus manos se aprieten entre en si,
hasta que tus pasos pisen tus pies y te canses
de respirar al revés,
que la herida sea dolor
y la cicatriz cure el rencor,
porque un corazón partido, puede latir para
dos, aunque no puedas olvidar,
vale la pena volver a empezar.
Ruben Mangiagli
©2017