Dependo de los silencios
y su complicidad,
esos no hacen daño
solo callar,
de los anónimos que me
leen por casualidad,
como un encuentro
secreto que no se espera,
de la distancia que no se
puede acortar,
aunque lo intente y a veces
todo se parezca a un puerto
no voy a llegar,
de las heridas que son lo
que serán cicatrices,
de ese mapa de recuerdos
no quiero olvidar,
también dependo de la
suerte, la fortuna y el azar,
de lo que con todas mis
fuerzas pueda lograr,
de mis manos que se hacen
letras,
de mis palabras que pueden
cumplir una promesa
y de la esperanza certera
que un día cualquiera
nos volveremos a encontrar.
Ruben Mangiagli
©2017
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Dependencia.
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