Deja que tu corazón llore,
que tus ojos sangren lagrimas,
y tus manos se aprieten entre en si,
hasta que tus pasos pisen tus pies y te canses
de respirar al revés,
que la herida sea dolor
y la cicatriz cure el rencor,
porque un corazón partido, puede latir para
dos, aunque no puedas olvidar,
vale la pena volver a empezar.
Ruben Mangiagli
©2017
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Una vez más.
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