Levanto la vista hacia el espejo
los ojos que me están mirando ven mi rostro.
No lo recuerdo así,
la memoria de las arrugas no dicen mucho,
puede que muchas estén escritas
una sobre otra,
como los recuerdos,
reales,
inventados,
olvidados.
Mis ojos ya no son los mismos,
mil imágenes sobre un millón de otras
que han visto,
y mi boca, que ya no cuenta los labios ha besado.
Sé que no soy yo hace veinte años,
tampoco un futuro muy lejano.
Quizá en algún momento
perdí mi identidad, mis rasgos,
y sea el hombre del reflejo
que mientras alguna mujer lo quiera
puede detener el tiempo.
Ruben Mangiagli.