Sin caricias.


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A veces tengo cara de que quien deja sus recuerdos sueltos por la casa. En un vaso de whisky que no terminé, en un papel con un poema que no termino de resolver.
En alguna ocasión los pierdo, no recuerdo donde los dejé, por ahí en las páginas de un libro que acabo de leer.
Y en otras solo soy un recuerdo de otro recuerdo de lo que fui, algo así como un laberinto del que nadie puede salir y se quedan atrapados ahí, como vos sin mí, como yo sin nosotros, una carencia perpetua, un par de manos sueltas que nunca llegan a tocar y olvidan lo que es acariciar.


Ruben Mangiagli


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