Por la derecha y la izquierda
caminan junto a mí
desviados y pervertidos.
Por delante y por detrás
acompañan
las santas que no me besarán,
es un extraño cortejo mental
rodeado de
toda la realidad.
Los miedos se suman
en espirales
que suben y bajan como si
se pudieran perder todos los
recuerdos al bajar por
un tobogán
mientras algunas manos, por
cierto muy pocas, me
intentan parar,
me abrazo a una mirada de
ojos rojos
cansados de llorar
por las victorias de los lobos
de los cuentos que
nadie quiere narrar
y caigo hacia algún lugar al
que ninguno puede llegar.
Mil voces gritan en silencio
una bienvenida
pero solo una se atreve
a hablar,
“te han querido, te han amado,
pero has preferido
ser el olvido preferido de las
que no te pudieron olvidar”
Ahora ya no puedo escribir, me
toca callar,
y entiendo todo con una revelación
que me parte como si
un rayo de ejércitos
que no sirve para nada más
me abriera por
la mitad.
La soledad tiene infinitas caras
pero ninguna se parece
a la tuya
y ese es el precio me toca pagar.
Ruben Mangiagli.