Son las dos de madrugada y sigo despierto.
No me sale escribir.
En la pantalla del ordenador miro fotos de momentos de mi vida como si fueran las cuentas mal hechas de una compañía cualquiera buscando algo que no tengo idea que es.
¿ Hubo un error?
¿Un engaño?
¿Error o fraude?
Busco.
No encuentro.
Sobre mi muñeca mi viejo reloj tictaquea.
En alguna ciudad es la misma hora. En otro país no.
Miro las agujas, pero ya no sé que día es.
Hay tanto olor a lluvia en la noche estrellada que empapa mis ojos.
Quizá llueva, quizá solo sean recuerdos.
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Dos de la madrugada, llueve.
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