El sabor de mi silencio es ella.
Su propio silencio.
El espacio muerto clavado
siempre entre los dos silencios .
El de ella es el mío
en palabras escritas
impacientes
que perdieron la
rima
y llenan de vacío mi poesía,
pero aún así siguen
encadenadas,
pacientes
en la búsqueda cada vez más
desesperada
de una entrada inexistente
para llegar a su voz.
Ruben Mangiagli.
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El silencio de las palabras.
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