Las plazas no tienen puertas
no sabes si la salida
es justo el lugar
por donde acabas de entrar,
son la democracia que llaman
a la igualdad,
los bancos son iguales
aunque los sepas diferenciar.
Pero el sol parte a la gente
justo por la mitad,
un lugar de sombra
y la otra para veranear unos
minutos que a veces sirven
para almorzar
y otras muchas horas para
poder pensar.
Las flores sí suelen cambiar
son a veces testigos
de un amor nuevo y otras las
juezas para terminar,
Todos te miran, pero nadie en
verdad te ve,
aunque sucede, una y
solo una vez,
que dos mirada se cruzan en
un para siempre o en un
nunca jamás,
como los cuentos que narran
las novelas baratas del kiosko
de la esquina entre
goles del domingo y revistas
del más allá.
Yo recuerdo la besé ahí por
besarla y apretar,
sin saber una cosa que no
aprendería
hasta muchos años después
cuando sentados en un
bar frente al cartel
decía Roberto Arlt
que las plazas, ninguna en
general tienen puertas
ni para salir ni
para entrar,
y son como el amor y un beso
al despertar,
vos decidís si querés quedarte
o te vas.
Y ni siquiera lo tuvimos que
pensar,
nos quedamos un rato, una
tarde, un café y una vida,
todas las estaciones y
un poco más.
Ruben Mangiagli.
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Plaza Roberto Arlt. ( Poema )
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