Supongamos que tu cuerpo se adueña
de los cuatro elementos,
que rige los movimientos,
y que la tierra se mezcla con el verde
de tus ojos
en una mirada concreta,
que el aire juega con tus cabellos y el
sol se enreda entre ellos
y eres girasol en tu medio.
Cuando el agua se hace deseo completo
se desparrama por tu vientre
y riega mi río recto
y tu fuego consume mis argumentos y
soy tuyo por completo,
creando con nuestro sexo
un nuevo elemento, el quinto, que solo
tú y yo conocemos,
un perverso y oscuro secreto.
Ruben Mangiagli.
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Elementos.
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