Elementos.


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Supongamos que tu cuerpo se adueña
de los cuatro elementos,

que rige los movimientos,

y que la tierra se mezcla con el verde
de tus ojos

en una mirada concreta,

que el aire juega con tus cabellos y el
sol se enreda entre ellos

y eres girasol en tu medio.

Cuando el agua se hace deseo completo
se desparrama por tu vientre

y riega mi río recto

y tu fuego consume mis argumentos y
soy tuyo por completo,

creando con nuestro sexo

un nuevo elemento, el quinto, que solo
tú y yo conocemos,

un perverso y oscuro secreto.




Ruben Mangiagli.




© 2013

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