Indefinido.
Palabras
que partieron, formando frases inconclusas
que
se poseyeron de los sin sentidos
para
que lo absurdo sea realidad
en
lo indefinido del amor,
como
un himno mudo
de
olvidos.
Se
adueñaron de cada uno de los desfiles que hicimos,
como
banderas blancas de rendición
que
a cada paso cambian de
color,
que huelen muerte,
a
dolor,
y
derraman gotas de agua bendita de duelos sin duelos,
que
escapan de mis manos y se
quedan
en tus dedos.
Nos
quedamos quietos en un campo sembrado de hoyos
de
asfalto rápido que quiere tentarnos a
estrellarnos
contra la muralla
de
un vació, sin frenos
sin
sentido,
suicidio
colectivo de dos, victimas predestinadas del
destino,
irreconocibles por nosotros mismos
que
se creyeron dioses de su propio
paraíso,
ignorando que el cielo
no
existe y que los
infiernos
no
amparan a los elegidos para el destierro, a los que
son
malparidos.
Mares
secos que se cubrieron de algas para ocultar lo
que
sentimos con caracoles carcomidos por el
tiempo
que se hacen polvo de arenas
y
aun quedan como
los
cantos de sirenas que engañaron los presentes y lo
hicieron
simple pasado para que caminemos
descalzos
con los pies sangrando
para
que a cada
paso
recordemos que existe lo malo, pero que no hay
nada
peor que ignorarnos estando unidos
tan
separados.
Ruben
Mangiagli