Es un encierro extraño, donde la
soledad completa mi cuerpo
y la luz es solo eso, la sumatoria
de reflejos de los recuerdos.
No hay llaves ni cerrojos y puedo
sentir la libertad de mis
manos que no obedecen ordenes
ni deseos.
Las sombras son tantas que no
hay lugar para el vacío
que se disfraza de tu rostro en las
figuras muertas de la memoria.
No estoy cautivo, ni preso solo es
que estoy tan inmóvil
que no puedo escapar y lo profundo
se hunde más y más.
Sin fin de sensaciones que no
puedo narrar, fantasmas
de lo que he sido y que invaden mi
forma corpórea
hasta desdibujar mi rostro para que
nadie me pueda encontrar,
es la forma más desesperante que
tiene la soledad,
esa donde el dolor se hace carne y
vivir es solo habitarme
en esta maldita caja que me aprieta
el alma sin descansar.
Ruben Mangiagli.
© 2012
La caja.
.
maravilloso