Cuando los ojos
se busquen,
como se encuentran a veces el sol
y la luna, un instante
que quiebra
el día
para que sea
atardecer con esa necesidad de existir
y que el
aire sea un
elixir,
que tu mirada viaje
hacia mi y me traspase,
penetre,
me invada y se instale en cada uno
de mis parpados
y abandonarme
para que
me encuentres arrinconado.
Que mis manos
te dominen
y tu cuerpo responda a mi voluntad,
rendida
y sometida
confíes en mi
y que el placer de dos
parezca
sin querer de tres.
Sórdidos,
indiferentes al amor
y las promesas,
entre besos y caricias sin dueños los
cuerpos
pidan un recreo que
jamas llegara, la noche es larga,
todo puede pasar.
Ruben Mangiagli
© 2013
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Miradas.
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