Las calles adivinan mis pasos,
lo intuyen entre
el rumor
de los arboles,
el tiempo que me separó de
los sentimientos
mengua entre
los miedos,
girasoles imaginarios en las
veredas adivinan
la ansiedad
de mis ojos
que son la esencia de una
promesa a corazón abierto
que escribió
tantas letras
en este amor de una parte y
manos sueltas
de caricias
que desesperan.
Puede que los sueños donde
en todo mi cuerpo
al despertar
fueron ciertos
se escapen entre jazmines y
sin abrazos en un
banco de la plaza
Arenales
una tarde de verano de Enero
y quieran ser olvidos en la
esquina de una
avenida que no
recuerdo
pero no puedo saberlo sino
te veo,
si mi mirada no tiene
la memoria
de ese momento,
y mis labios te roban ese
beso que se haga
memoria
y justifique este desvelo
de esperas que no esperaste
atrapadas en silencio.
Ruben Mangiagli
©2016