Te invito a París, si, quiero ir con vos,
es verdad que la conozco,
la he recorrido,
pero jamas contigo, y debe haber una
calle que podamos bautizar
con nuestros besos,
dejar marcada la silueta de los cuerpos
que de tan calientes
derrita la pared de un café viejo.
Que las manos sufran de vértigo y las
piernas se entrelacen en la
oscuridad
y la caída en espiral sea tan fuerte que
renombremos el deseo.
En la habitación del hotel uno a uno
los pecados sean nuestros
y que el turismo sea viajar por los
sentidos y que uno a uno
los memoricemos.
Y cuando volvamos a casa , cansados,
sonriendo, y nos pregunten
¿ Que tal esta París?
Respondamos cómplices, bonita como
siempre, pero un poco fría en invierno.
Ruben Mangiagli.
© 2013
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Turismo.
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