He abierto todas las puertas
de mi vida,
la del placer,
la del amor sin amor,
la de la nostalgia
y el dolor,
y una a una se fueron
de a poco
cerrando, casi sin saberlo
se juntaron con
mis recuerdos
entreabiertos,
entre laberintos seguí y
seguí,
caminos que no empezaban,
no terminaban,
como si el infinito se
acabara en mis manos,
y el aire que respiraba fuera
de un color
verde azulado,
y en la mitad de una copa
una noche cualquiera
olvidé quien era yo.
Pero los cerrojos no olvidan,
no se borran,
no desaparecen,
y hoy miro tus ojos, la llave
que abre de mi lo mejor,
la llave de una pasión
que lleva tu nombre,
y me recuerda día a día
quien soy
para nunca más no cerrar
el portico de mi no
destino,
que te espera para escribir
nuestra historia
de amor.
Ruben Mangiagli.
© 2013
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La llave.
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