Por la mañana busqué un libro en la estantería, cualquiera, no importaba mucho, lo abrí o mejor dicho quise abrirlo en la hoja del medio, pero no me salio, igual leí la página, pero nada hablaba de mi.
¿ Como podía ser que en ninguno libro encontrara nada? Es menester que aclare que lo había hecho muchas veces antes, lo de abrir un libro , el que sea y buscarme, de cualquier tipo, poesías y novelas, relatos y cuentos, biografías y hasta alguno policial, no vaya ser que alguien me haya asesinado y yo sin enterarme.
Intenté al leerlos al menos con palabras sueltas, adverbios, sustantivos y por supuesto verbos, el tiempo en las paginas pasa rápido, a veces años enteros y en mi reloj no sucede lo mismo, los adverbios jamas me sirvieron. Los sustantivos en realidad, a veces muy pocas la verdad me reflejaban, si aparecía la palabra café iba y me servia uno, es que me gusta leer con el café y el cigarro. Los verbos, ahí era difícil, no podía adueñarme de ninguno, confieso que siento que no he amado mucho por eso es que creo las mujeres no se quedan a mi lado, soy un egocéntrico egoísta consumado y me gusta, con el verbo amar no me puedo identificar, con otros me acerco un poco. Por ejemplo caminar, comer, sentir, beber pero para ser sinceros tampoco ejecuté tanto esas acciones, aunque alguno de mis amigos pueda contradecirme con el ultimo.
Tampoco me sirvieron las puntuaciones, los puntos suspensivos no me van, nunca dejo nada sin terminar, los del final si bien tienen que ver en ocasiones con acabar, siempre creo que queda algo por hacer, las comas que son de uso cotidiano por haber tanta cantidad terminan por confundirme y las prefiero ignorar.
Ni en los libros sagrados puedo encontrarme, no tengo nada que ver con dioses, santos y sacrificios.
Ahora que es de noche tomé otro libro, pero como siempre, todos hablan de ella, de ti.
Ruben Mangiagli.
© 2014