Las figuras se movieron en el tablero
cada una con su forma,
en diagonales
de vértices que gastaron mis manos,
con torres en ambos lados, cuidando
lo que había descuidado
un corazón
que amó como pudo sin engaños ni
atajos, a veces como un caballo que
galopaba desbocado,
otras, con
el paso cansado de todos los años.
Fui peón negro, fui peón blanco, en
diferentes bandos
trabajando un
amor con un final anunciado y
fui sacrificado.
Pero todo cambia en una partida en
el juego de la vida,
ahora
soy Rey, y tengo junto a mí una reina
que me da su mano, sin importarle mi
locura cuadriculada en
las noches
donde mi perversión toma el mando,
Jaque Mate, el amor ha ganado.
Ruben Mangiagli.
©2013
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Ajedrez.
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