A veces habito un mar lleno
de barcos hundidos
que llevan el mismo
nombre como si la palabra fracaso seria la
única
que he conocido.
No hay cantos de sirenas
que dejan sordos
mis oídos,
ni mareas que guíen todos mis contrasentidos
en un solo abismo,
y siempre me ahogo en tu
mirada, como un
naufrago que sobrevivió a todos los destinos
para morir en el brillo de
tus ojos verdes sin olvidos.
Soy el que te ha esperado
en la mitad de un océano de palabras que no
he dicho,
con los brazos
cansados
en mi crucifijo, solo
la barca de nuestro amor
me mantiene vivo
porque sin ti soy solo algo parecido a una isla
donde
nadie ha vivido.
Ruben Mangiagli.
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Inmensidad.
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