Soy un dios, no lo niego,
que reza una oración arrodillado ante vos,
con palabras de deseos en
cada parte de mi piel que
se hace carne en mi miembro que crece al
verte inmaculada como
si fuera tu primera
vez, vestida pero desnuda, descalza de
tacones que elevan tu altura.
Sos la hija de la oscuridad
que ilumina mi soledad, y que me da paz,
cuerpo de mi no cuerpo,
la magia hecha mujer,
dueña de cada parte de mi placer, de cada
gota de mi esencia como
una prueba de fe que
recorre tus labios, y me besa poniéndome
del derecho el revés.
Es un giro incompleto que
hace de las fantasías un circulo virtuoso,
cielo que es infierno
en tu vientre, infierno
que acaricia de a poco mi erección que
llega a un cielo de nubes
blancas ingrávidas
que se resbalan como niebla en tu espalda
y la noche que no
entiende de propiedad
es testigo de un amor que en las tinieblas
jamas dice no,
solo siente, solo se
entrega a los que lo desean sin preguntas,
sin responder.
Ruben Mangiagli
que reza una oración arrodillado ante vos,
con palabras de deseos en
cada parte de mi piel que
se hace carne en mi miembro que crece al
verte inmaculada como
si fuera tu primera
vez, vestida pero desnuda, descalza de
tacones que elevan tu altura.
Sos la hija de la oscuridad
que ilumina mi soledad, y que me da paz,
cuerpo de mi no cuerpo,
la magia hecha mujer,
dueña de cada parte de mi placer, de cada
gota de mi esencia como
una prueba de fe que
recorre tus labios, y me besa poniéndome
del derecho el revés.
Es un giro incompleto que
hace de las fantasías un circulo virtuoso,
cielo que es infierno
en tu vientre, infierno
que acaricia de a poco mi erección que
llega a un cielo de nubes
blancas ingrávidas
que se resbalan como niebla en tu espalda
y la noche que no
entiende de propiedad
es testigo de un amor que en las tinieblas
jamas dice no,
solo siente, solo se
entrega a los que lo desean sin preguntas,
sin responder.
Ruben Mangiagli
© 2013