Las mismas necesidades de tener un espacio para nosotros solos sigue vigente, no cambia por la edad, si nos damos cuenta de eso podremos seguir disfrutando de escuchar un disco , la lectura o una película alejados de la cotidianidad.
En especial yo, que considero la rutina como una enemiga del goce, me enojo con un sistema que impide a las personas mayores concretar aquellos deseos que imaginaron realizables durante largos años de productividad y aportes. Una realidad económica hostil impide que la edad de nuestra ultima madurez sea un jubileo. Nuestros hijos y nietos nos impulsan al disfrute y creo que ellos quieren mirarse en ese espejo vital y no en el de unos viejos a los que no les queda otra que esperar la muerte.
El trabajo, las preocupaciones familiares y los vaivenes económicos alientan el desánimo. Cuando existen posibilidades de salir a divertirse hay que hacerlo, sentir que aun podemos conquistar a un hombre o una mujer, ser atractivos en la edad que llevamos,
No pienso renunciar a las caricias ni a la mirada halagadora del otro, a mi buen gusto bien aprendido, a mi estilo de vestir o sentir. No entiendo a quienes reemplazan la compañía de otra persona en su intimidad por los hijos, sea la causa que sea, o cuidar nietos.
Aun espero que lo mejor de mi vida llegue, y sino dormirme sabiendo que he vivido y querido lo mejor que pude.
Si la expectativa de vida se ha prolongado, quiero disfrutarla de cabo a rabo. Ese poderoso sentimiento que me une a la necesidad de saberme vivo, y que no perdí la esencia de lo era o soy.
Y como en nuestros inicios, necesitamos un escape tal cual como cuando salíamos a hurtadillas de la casa de nuestros padres a la una de mañana tan solo para ver que pasaba en nuestro mundo. tal vez todavía podemos huir de la cifra que marca el almanaque e inventarnos una nueva marca amorosa, que hable de nuestra experiencia y no de cantidades y sentir que no somos tan mayores ni tan jóvenes, que el buen vino lleva inexorablemente una edad de madurez y que aun necesitamos alguien beba con nosotros.
Ruben Mangiagli
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2014