Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido,
pero se nos acumula en el cuerpo,
nos llena el alma de gritos .
se convierte en insomnio, en dolor de garganta, una
carga en la espalda
de mochilas de nostalgia,
en destiempo y se hace
destierro,
en un error sin lagrimas ni duelos.
Las palabras que no decimos se transforman
en insatisfacción, en tristeza, en frustración,
lo que no decimos no muere,
nos mata.
Se parece a un trauma en la boca, en las manos
cansadas por no escribir ese veneno que quiebra el alma.
Lo que no decís
te encierra en el pasado,
no escapa, no huye,
se hace una herida abierta que sangra gotas de mudas
palabras.
Ruben Mangiagli
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Donde se quedan las palabras.
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