La austeridad del vacío.


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Nadie lo sabe, nadie lo ve,
todos los días corro en el vacío,
no hay lados
ni arriba ni abajo.

Sin tener donde apoyarlo mi
escritorio
no tiene esquinas,

los ángulos carecen de
identidad y
las palabras se desparraman

en algo que ni siquiera lo puedo
imaginar.

Las señales no sirven, los ratos
se van
y no los puedo encontrar,

es todo
tan austero que no tengo ni
siquiera donde descansar,

En papeles que voy rescatando
al divagar escribo,

quizá
algún día ella los encuentre,
puede que los lea
o que los deje pasar,

ahora
si entiendo lo que es la soledad.



Ruben Mangiagli
© 2014



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